domingo, 21 de julio de 2013

7. Autodiálogo.

Es agradable esta sensación al despegar, ¿verdad? Camino a Bourdon.
Sentir que, por breve que sea el instante, tu cuerpo se levanta sólo y eres capaz de erguirte. Que puedes volar.
Aunque tú siempre has podido volar. Sí, realmente has sido capaz. Si no te cohibieses tanto. Vaya, querida, si al menos te deshicieses de tu pánico hacia algo que ni sabes describir...

Eres una chica extraña, ¿sabes? Permite que me explique.

Gira la mirada. Bien, así, hacia el ventanuco. Ahora mírales.
Qué pequeños son, ¿no? Parecen hormiguitas desde aquí arriba. Qué insignificante todo, cuánta debilidad. Sólo luces y sombras, ¿de verdad crees que ahí abajo, entre gestos que se cruzan y se olvidan y fronteras
que se odian, hay "vida"? ¿Eso te convence?

No, claro. Ya sé que no.
Sólo es gente.

¿Y si te miras, te ves?

Los demás tienen miedo de despertarse un día en una cama que no es la suya porque nunca lo han hecho. Todos temen la pérdida de algún ser querido porque no han experimentado lo que es no tenerle. Y sobretodo tiemblan cuando palpan los barrotes entre lo que pertenece a su mente y lo que les queda por explorar. Temen no saber quiénes son.

Y tú, cielo, tú sólo tienes miedo de lo que conoces y sabes peligroso: sólo te temes a ti.

Por absurdo que le parezca a una cabecita como la tuya, esa gente son personas en su entorno. Tienen un
nombre, carencias, aptitudes, gustos y manías. Tienen una vida.

Y tú, amor, no te engañes, pero apenas puedes concebir lo que es eso; mucho menos asimilarlo.
Estás sobrevolando lo incorruptible de la raza humana y te acobardas al sentirte una marioneta más.

Pero, Sophie, tus carencias, tus aptitudes, tus gustos y todas tus manías son exclusivamente tuyas. Tú tomas tus decisiones. Por eso el "tú".

Ahí abajo alguien está llorando mientras otro ríe a pierna suelta, puede.
Ahí abajo alguien acaba de conocer a la persona con la que pretende contraer matrimonio y un divorcio se está produciendo en el lujoso bufete de abogados en cuya puerta duerme aquél sin-techo, es posible.
Ahí abajo alguien nace y alguien muere.

Ahí abajo te están esperando, eso seguro.
¿Qué vida quieres?

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